lunes, 27 de septiembre de 2010

Justo la noche que de la despedida volviste en mis sueños, me dejaste sin habla, rompiste mis juramentos, caminamos de la mano, escuchaste a mi corazón y mi piel se volvió a erizar, volvió a cantar mi sangre en torrentes de sonrisas, recordé mis pasos en la acera de nuestras noches, desarmaste mis excusas y al final, al despertar encontré tu espacio, el hueco de tu cara en la almohada, los ojos en tu rostro en cualquier gente, tus manos inconfundibles llenas de calor ausentes, y sé que aún estás conmigo sin estar, o tal vez no estás conmigo estando. Y soñando amanece cuando más te extraño. Así te dije adios, te bendije, me escapé de tus silencios, pero el alma te volvió a traer a mis sueños y sé que me cuesta huir, así que veremos una semana más y el ángel de los sueños ya dirá.

martes, 7 de septiembre de 2010

VItácora

Llegamos sin demora más que la de quien no quiso llegar
tocamos puertas de una luna llena
abrimos la mañana en el ocaso,
viejos lienzos, viejas calles
altas ventanas, paseos dedicados
voces altas, confiamos en la luz
tu recuerdo aquí clavado.


Dioses del olimpo vuelan entre el humo cautivante
dominamos los espejos
y pregunto si te quedarás en mí,
sábanas que esperan ciegas
en el arcoiris.


Caras nuevas, nuevas llamas
voces claras, calma llana
arcos entintados en las paredes
vuelos largos, amalgamados
lamentos lejanos,
esta imagen borrosa
sin ti, mal enfocada
y aquí donde no te conozco aún te extraño.




lunes, 6 de septiembre de 2010

Resbalas por mis noches
cansada de esperar,
dibujando verdades a medias
             inventando mentiras que pintan soledad
                                 justificando silencios
y muero de miedo a dejarte
soltar las amarras de tus ojos
recordando tus manos en mis caderas
y tu aliento al etilismo de un vaso blanco
               y tú no dices nada
                        y tú sólo callas...     y sólo callas.

Sin pensar en la almohada fría
despierto extrañando tu presencia
         allí dónde encendimos el fuego
              cuando inició aquél cuento que hice crecer
                          allí te extraño
                             con las migajas en tus manos.

Y al despertar, me divido
              sólo momentos,
las máscaras se revuelven
las sonrisas fingidas
                   nidos de arcilla
y me sigo dividiendo,
                  entre tú
                    entre yo
                       entre el sueño efímero
            entre tu alarde
                        y mi desilusión a verte salir.

Alcanzamos do mayor entre caricias
y entre canciones
               me pierdo dormentata en tus besos
y nos salieron alas,
   alas sin final...        las que no saben a donde van
               y aún te esperan,
las que se quedan al final
           las que aún te esperan
                   esas que destierras
           esas que al llorar mueren cuando te vas.

jueves, 2 de septiembre de 2010

Diario de una ansiedad

Hoy despertó cuando el reloj sonó y lo apagó, sonó la segunda alarma y la recorrió, sin embargo, el primer despertador no se encendió por falta de luz, sí, esa que cuando no pagas, cortan. Y mientras abría por tercera, cuarta o quinta vez los ojos, después de una noche acalorada, volvió a pensar en el vacío de su almohada —“otra vez no pensó en mí, otra vez no llegó”. Como de costumbre una acelerada rutina de 20 minutos para irse a trabajar, otra vez la misma pareja con la que pelea por un taxi, pero esta vez fue más astuta e hizo la parada primero “sólo si me levantara más temprano…”. Y llega al trabajo y vuelve a ver aquél espacio vacío o tal vez ocupado por una caricatura que no se parece en nada. Otra vez las mismas escaleras, el mismo pasillo “otra vez pasar por ahí, no quiero verla”, el chico que la hace sonreír pero no hay mayor fuerza en él. Mientras sirve el café, el que no la despierta pero la mantiene ocupada; una que otra carcajada, abre las noticias: que si el narcomenudeo, que si el genoma que si el fut, que si la adopción y hasta que el taco más grande del mundo, la misma mugre de siempre. Las horas se tardan en llegar, otra conversación fría y vacía pero el corazón le da vuelcos, monosílabos, respuestas cargadas de indiferencia, y sigue preguntándole a la lluvia y al cigarro después de la comida ¿cómo volver a encontrar esas noches? Unas cuantas palabras, tantas preguntas que revuelven cada vez más su cabeza, tal vez sea difícil, pero es terca hasta que lo logre. Ahora ¿qué sigue? Tal vez seguir, tal vez llorar, arrancar la hierba seca, no sabe sólo siente que la piel se le ahoga, ese maldito síndrome de la abstinencia la envuelve en el mal carácter que había escondido, pero hay que seguir. Va, volvamos al principio y dejemos que las velas se apaguen al salir el sol.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Y despuésss????

qué hay después

Lunas, margaritas, despacio baja la marea, sigue al girasol la luna

sólo te veo
y me sigo preguntando

y qué carajos hay después??