lunes, 27 de septiembre de 2010

Justo la noche que de la despedida volviste en mis sueños, me dejaste sin habla, rompiste mis juramentos, caminamos de la mano, escuchaste a mi corazón y mi piel se volvió a erizar, volvió a cantar mi sangre en torrentes de sonrisas, recordé mis pasos en la acera de nuestras noches, desarmaste mis excusas y al final, al despertar encontré tu espacio, el hueco de tu cara en la almohada, los ojos en tu rostro en cualquier gente, tus manos inconfundibles llenas de calor ausentes, y sé que aún estás conmigo sin estar, o tal vez no estás conmigo estando. Y soñando amanece cuando más te extraño. Así te dije adios, te bendije, me escapé de tus silencios, pero el alma te volvió a traer a mis sueños y sé que me cuesta huir, así que veremos una semana más y el ángel de los sueños ya dirá.

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